Estamos insertos en un mundo que ha dejado de creer, la desesperanza y la apatía han aumentado considerablemente, el individualismo y la competitividad han hecho de esta sociedad personas amargadas y tristes. Vemos el reflejo de esto en las arduas jornadas de trabajo que poseen nuestros padres, solo para poder darnos una mejor calidad de vida, no disfrutan lo que hacen sino que simplemente es una obligación para tener algo mejor. Los niños están prácticamente solos en las casas, se crían con la televisión y el computador, ya no salen a jugar como antes, están ensimismados y enajenados de la realidad que los rodea. Los adolescentes por otro lado están cada vez mas demostrando su enojo y desacuerdo con la situación que los rodean, han sido bombardeados por la publicidad y el consumismo, el hedonismo y narcisismo ha crecido considerablemente, la rebeldía, la cual se demuestra a través de la transgresión de reglas y normas, sus formas de vestir hablan claramente de un desacuerdo con lo establecido, con lo que sucede en el mundo.
En los jóvenes existe una ausencia de valores, ideales y líderes a los cuales seguir. La decepción y la desconfianza que se siente hacia los políticos y los líderes religiosos van en aumento, esto esta reflejado en la poca participación política y cívica que poseen, las iglesias, catedrales, templos, no dan respuesta a las necesidades, solo se ven a personas buscando actividades y puestos, lugares donde puedan ser vistos.
Los adultos por otra parte están cada vez mas competitivos, para ellos el fin justifica los medios, no importa calumniar a un compañero de trabajo, no importa perjudicar a alguien, lo que importa es lograr ese tan ansiado puesto de gerente o jefe. Han descuidado sus hogares, no tienen tiempo para nada, solo para sus quehaceres, pero esto es propio de la sociedad globalizada en la cual estamos viviendo, las cenas familiares se han convertido en cenas individuales, cada uno por su lado, y en el caso de juntarse, la televisión ocupa un lugar preferencial. La falta de comunicación también ha crecido, ya nadie comparte lo que ha sucedido en el día, simplemente se llega a dormir o a ver televisión, por ende los problemas matrimoniales, los divorcios, la depresión y los suicidios han inundado a nuestra sociedad.
Los ancianos ya no se sienten parte de esta sociedad, las personas ya no los respetan como antes, los jóvenes se han olvidado de la experiencia que poseen ellos, se les insulta o simplemente nos se les respeta, ni se les escucha, se les trata como un objeto viejo que ya no sirve y no se valora la sabiduría y conocimientos que muchos de ellos poseen.
Este no es un discurso o una nota desesperanzadora o pesimista, si no que es un pequeño análisis de lo que nos esta sucediendo como sociedad, nos hemos amoldado a las exigencias del mundo, a la globalización, el capitalismo y el consumismo.
Muchas jóvenes y adolescentes que ahora son adultos, gritaban fuera la industrialización, fuera la explotación y la injusticia, pero esas voces se han ido apagando con el tiempo, ya no se cree que pueda haber un cambio.
Hace muchos años atrás, hubo un hombre que llego a vivir en una sociedad similar a la nuestra, donde la injusticia, las desesperanza y el individualismo reinaban. Ese hombre transformo el mundo, lo impacto con su forma de ser, con sus ideales y con sus acciones, no se amoldo al mundo en el cual estaba viviendo, si no que lo transformo y lo revoluciono completamente. El nombre de esta persona es Jesús, el trajo un mensaje de amor y de esperanza, el vino a mostrar su amor al mundo y a cada persona, sano, restauro y limpio vidas completamente destruidas, muchos lo criticaban por andar con personas que no eran bien vistas, pero a el no le importo, a el le importaban las personas, la vida de estas y no su condición.
Si quieres revolucionar a tu generación, a tu nación o al mundo, es necesario que empieces a imitar a Jesús y no moldearte al mundo, no es para nada sencillo, pero déjame decirte de que con Dios todo se puede, con Dios si podemos.
Jesús vino a dar un mensaje de amor, de esperanza y salvación, el murió por cada uno de nuestros errores, dio su vida por nosotros, sufrió maltratos, desprecios, prejuicios, imitémosle y mostrémosle al mundo de que con Dios podemos cambiar la injusticia, con Dios podemos restaurar matrimonios, con Dios podemos sanar nuestra nación, con Dios podemos salir de la droga, con Dios podemos hacer lo imposible.
Seamos imitadores de Jesús y transmitamos su mensaje, para que tu familia, tus amigos, tu ciudad, esta nación y el mundo entero puedan ser transformados y revolucionados por el amor y la esperanza de Cristo.
Con Dios si podemos.
miércoles, 7 de enero de 2009
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